Credito debido

sábado, 3 de octubre de 2009

En 1946, cuando el ejército de los EE.UU. develó su computadora de 30 toneladas llamada ENIAC (siglas en inglés para Integrador y Computador Numérico Electrónico), dos hombres llamados John Mauchly y J. Presper Eckert recibieron todo el crédito. Pero fueron seis mujeres tras bastidores las que hicieron funcionar la computadora.

Antes de que Mauchly y Eckert subieran a la plataforma para demostrar a ENIAC, las mujeres habían programado la compleja máquina. En ese momento no recibieron reconocimiento alguno, pero los historiadores hoy quieren darles el crédito debido.

A menudo a las mujeres no se les reconoce por sus logros y contribuciones. Y tristemente, eso también sucede en la Iglesia. Pero en Romanos 16 tenemos un ejemplo de la importancia de honrar a las mujeres que sirven fielmente. Pablo alabó a Febe porque había «ayudado a muchos y aun a mí mismo» (vv.1-2). Ensalzó a Priscila y a su esposo Aquila, los cuales arriesgaron su vida por el bien de Pablo (vv.3-4). Trifena y Trifosa eran «obreras del Señor» y Pérsida «ha trabajado mucho en el Señor» (v.12). Pablo mencionó al menos ocho mujeres por las cuales sentía un gran aprecio.

Las mujeres de fe merecen honor por su servicio a Dios y a los demás.

Eliminar la basura

viernes, 2 de octubre de 2009

Mientras iba en un auto pasé por el lado de un letrero que decía: $100 de multa por tirar basura en la autopista. Al poco tiempo vi otro letrero que decía: Basurero: 1,5 km. Poco después le pasé a un camión de basura que se dirigía a la planta de eliminación.

Se pueden hacer tres cosas con la basura: la puedes recoger, la puedes esparcir o la puedes eliminar. Algunas personas recogen basura; siempre están escuchando algún chisme selecto. Si tan sólo fueran colectores, el problema no sería tan grave. Pero estos colectores muchas veces son como las personas que arrojan basura en las vías públicas e insisten en esparcirla por la autopista de la vida. Gracias a Dios que también están los que la eliminan. Colocan los desperdicios a donde tienen que ir: en «el basurero» del olvido.

Santiago 4:11 nos dice: «No habléis mal los unos de los otros.» Si no puedes decir nada útil, no digas nada. Si escuchas un rumor dañino, colócalo de inmediato en la «bolsa de la basura». Luego ora por la persona sobre la que están hablando, así como por el que te lo dijo. No divulgues el chisme, sino elimínalo en silencio. El chisme muere pronto si no se repite.

Hoy vas a encontrar mucha basura. La puedes recoger, la puedes esparcir, o la puedes eliminar. Pídele a Dios que te ayude a hacer lo que le agrada y lo que sea útil a los demás. -Doctor M. R. De Haan

!! El murio por mi ¡¡

miércoles, 30 de septiembre de 2009

William y Mary Tanner estaban cruzando los rieles del ferrocarril cuando sucedió. El pie de Mary resbaló y se encajó entre el riel y el cruce para peatones de madera. Ella trató frenéticamente de sacar el pie al tiempo que empezó a escuchar el ruido de un tren que se aproximaba. Sólo quedaban segundos, pues el expreso venía a toda prisa hacia ella por una curva. Will Tanner le haló el pie desesperadamente tratando de liberarla.

Cuando el tren se acercó más, y el silbido sonó a todo volumen, y los frenos chirriaron, Will la tomó en sus brazos. Mientras la gente se estremecía horrorizada, el tren les pasó por encima. Un testigo dijo que justo antes de que la máquina los golpeara escuchó al valiente hombre gritar: «¡Me voy a quedar contigo Mary!» ¡Ese sí que es un gran amor!

Esta historia me recuerda a nuestro Salvador, el cual nos amó con un amor que puede salvarnos (Juan 3:16). La muerte se precipitó sobre Él mientras pendía en la cruz y asumió la pena completa que nosotros merecíamos. Escuchó a personas gritarle que se salvara a Sí mismo y que bajara de la cruz (Mateo 27:40). Pero para salvar a los demás, Cristo optó por no salvarse a Sí mismo (v.42).

Con amor divino y sacrificatorio, Jesús rehusó salvar su propia vida. Murió para poder perdonar nuestros pecados. Nuestro Salvador se quedó en la cruz: por ti y por mí. -Doctor M. R. De Haan