
Nuestro Padre celestial conoce a sus hijos mucho más íntimamente. Es consciente de todos nuestros pensamientos, emociones y decisiones. De la mañana hasta la noche presta atención personal a nuestros asuntos diarios. Abrumado por esa gloriosa realidad, el salmista exclamó en asombro: "Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar" (Salmo 139:6).
No sólo provoca esto nuestra alabanza, sino que también debería dar mucho consuelo a nuestros corazones. Jesús dijo a sus discípulos que el Padre sabe cuando un solo pajarillo cae a tierra. Puesto que la gente es de mucho más valor que los pajarillos, los hijos de Dios pueden estar seguros de su cuidado constante.
¡Qué maravilloso es ser una persona tan bien amada y "bien conocida"! -MRD II
. . . El Señor conoce a los que son suyos. . . . -2 Timoteo 2:19.