El Amor y La Presión

jueves, 30 de abril de 2009

Llegar a casa y recibir el abrazo del hombre o la mujer que uno ama reduce la presión arterial precipitada por una jornada laboral estresante, señala un nuevo estudio.

La investigación realizada por la Universidad de Toronto y dada a conocer durante una reunión de la Asociación Estadounidense del Corazón, monitoreó a 216 hombres y mujeres a lo largo de un año.

Todos tenían entre 40 y 65 años y habían estado viviendo en pareja durante los últimos seis meses. Al comienzo del estudio, se monitoreó la presión sanguínea de los participantes a lo largo de 24 horas, durante un día laboral.

También se asesoró el nivel de stress que cada uno enfrentaba en su trabajo. Y a través de otra prueba se evaluó la "cohesión marital" de los mismos.

El estudio encontró que aquellos que tenían trabajos demandantes, pero también tenían contención conyugal, vieron decaer levemente su nivel de presión arterial.

Mientras que aquellos con trabajos estresantes que no contaban con apoyo en casa, padecieron el esperado aumento de presión.

Los científicos a cargo del estudio señalaron que estos resultados son significativos, en vista de que la presión sanguínea suele subir naturalmente con el paso de los años.

Fuente: BBC. Redacción: ACPress.net

La Biblia siempre tiene la razón y habla continuamente de la importancia de amar. EL amor si tiene efecto en todas las áreas de nuestra vida. Muchos males que hoy aquejan a la humanidad están enraizadas en la amargura, el odio y el resentimiento. Que te parece si hoy, cuando llegue a casa, le estabilizas la presión arterial a aquellos que viven contigo, un un cálido abrazo? Pruebalo, es buen remedio.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.

No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.

El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.

Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.
I Cor 13:4-8